viernes, 16 de septiembre de 2011

«No somos libres.»

No somos libres. Buscamos agradar, seguir estúpidas normas sociales que reprimen nuestros verdaderos impulsos; somos auténticos presos de la cárcel del convencionalismo. Nos sentimos responsables, adecuados, inherentes, dentro del círculo de la sociedad... Pero tales círculos no existen; estamos dentro de espirales en las que nos perdemos una vez hemos llegado al final de la línea curvada que antaño empezamos a andar. No somos parte de nada aunque así lo sintamos. Todo es una pantomima, un trozo de tela deshilachada que se va debilitando hasta que el peso de la falsedad logra dejarnos caer.

Todo es hipocresía. No sufrimos empatía, experimentamos el verdadero dolor y la verdadera alegría realmente sólo por la parte propia.Todo son bailes de etiquetas, falsa cordialidad. Mentiras piadosas y gestos egoístas disfrazados de simpático altruismo. Pisar la mano que te apoyó ayer por un capricho de hoy es el lema de muchos. Sugerimos, es más, obligamos a aceptar como normales ciertos patrones de conducta que, realmente, a nuestros ojos, no lo son y criticamos la invalidez de las normativa propia respecto a la colectiva. Somos la colilla olvidada del cigarro de nuestros deseos que se va consumiendo por el soplido de una boca ajena.

Se está tan bien viviendo una mentira... No somos libres y hacen falta muchos presos haciendo fuerza para romper un solo barrote. No somos libres para empezar a serlo.