jueves, 2 de junio de 2011

«Llantos mágicos.»

Ya no hay más tormentas solares, de momento. Me moría de ganas de sonreír con fuerza, me mataba el no poder demostrar que podía llorar de alegría. Pero llegados al punto clave, lo hice. He llorado con notas que apuntaban acordes felices en cada lágrima. La presión desató mis dudas y acabó purificándome, dándome un aire nuevo, esperanzador. El cielo abriéndose por fin ante mí y yo empañando el paisaje de la emoción. Mis ojos podrían haber cegado al mismo sol al tiempo que se encharcaba mi, ya pasada, angustia.


Lo más mágico de una llorera feliz es poder comprobar que, mediante un abrazo, eres capaz de contagiar tu mismo sentimiento en otra persona casi totalmente ajena a la situación. Y eso también lo he logrado. Realmente maravilloso, único. No hay otra palabra que lo describa mejor: mágico.

Regálame algún suspiro.